La validez de la pregunta que se nos plantea es incuestionable: ¿tiene sentido utilizar las redes sociales como recurso didáctico en la formación a distancia? No obstante creo que se puede invertir el sentido y plantearse: ¿cabe diseñar experiencias de aprendizaje virtual al margen de las redes sociales?
Al hablar de las redes sociales que formamos con otras personas a expensas de los servicios de redes sociales –tipo Facebook, Linkedin, Tuenti o Ning-, no estamos hablando únicamente de herramientas, estamos hablando, ante todo, de una cultura. Formas de hacer, sentir y pensar las relaciones sociales –interacción- en un contexto tecnológico –conexión- global que se presenta, si se sabe aprovechar, como condición social de aprendizaje.
Con las redes sociales hemos abierto nuevas oportunidades de aprendizaje en la educación en general. En pedagogía, desde el enfoque sociocultural, esto se conoce como Zonas de Desarrollo Próximo, esto es, aquellas oportunidades de desarrollo personal que podemos alcanzar en virtud de la ayuda o colaboración con otros. Estos "otros" están más cerca gracias a las redes sociales y, educativamente hablando, representan una oportunidad abierta, flexible, diversa y potente de seguir aprendiendo a lo largo de la vida.
Pero las personas no participan de las redes sociales buscando decididamente réditos de aprendizaje, lo hacen como una forma más de extensión de sus relaciones personales. Las redes sociales son como la vida misma, espacios donde la gente se muestra, comparte, fracasa, negocia, expone, discute, etc. Pero es, justamente, en este tipo de transacciones sociales en que nos reinventamos y construimos nuestra identidad, ampliamos nuestra información, forjamos nuestros gustos y tendencias, es decir, aprendemos. Estar en red, es estar conectado a oportunidades de aprendizaje, formales o informales, he aquí su valor formativo.
A este valor vital se refieren Christakis y Fowler en un libro, Conectados (2010), donde exponen sus investigaciones sobre el poder de las redes sociales. Ambos afirman que somos nosotros quienes damos forma a nuestra red, que nuestra red nos da forma a nosotros, que nuestros amigos nos influyen, que los amigos de los amigos de nuestros amigos también nos influyen y, en general, que la red tiene vida propia. No podemos estar al margen de las relaciones y formar parte de las redes sociales en Internet es otra forma, diversa, de estar conectados.
Por ello, si entender la forma en que estamos relacionados es entender a las personas, potenciar sus relaciones sociales –virtuales o no- es promover nuevas oportunidades de aprendizaje. Un modelo de aprendizaje virtual no puede abstraerse de estas relaciones sociales, condiciones de aprendizaje reales.
Ya que nuestra vida transcurre en nichos de interacción, no es raro que el desarrollo social de Internet haya calado tanto, y de forma significativa, en la vida de las personas. Por eso no se trata de estar –o no- en un programa de formación virtual o, mejor, ser –o no- un alumno. La condición de conectado abre oportunidades de interacción y, con ello, de aprendizaje formal, como informal. He aquí el punto de quiebre para asumir que se puede –y debe- aprender con otros, extendiendo la formación a entornos más flexibles como las redes sociales.
Para una organización que busca generar aprendizaje, crear redes sociales es básico. Estamos en esta línea de trabajo bajo el concepto de Comunidad CLAY, que intenta abrir nuevas oportunidades de aprendizaje conjuntos, utilizando herramientas de intercambio, en un mismo entorno. Participar y debatir en los grupos especializados, compartir y encontrar información relevante para la actividad profesional, crear blogs de novedades en áreas específicas, subir y descargar fotos y videos de interés formativo, participar y comunicar eventos, editar una página personal, conocer y que te conozcan, es la constante de la Comunidad CLAY.
En general, ir más allá de la experiencia formal de aprendizaje a la experiencia flexible, participativa y libre, es la imagen pedagógica que CLAY asume en esta comunidad de aprendizaje online.
Cristóbal Suárez Guerrero, publicado en Educaweb
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