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Cierto día, un despreocupado y joven mono
disfrutaba de su paseo en el espesor de la jungla cuando divisó que un pez
nadaba en las cristalinas aguas de un río; ni corto ni perezoso, y de un
certero zarpazo, el “imberbe” primate logró sacar al pez del agua. Su proeza,
desde el punto de vista del mono, fue recompensada por los frenéticos brincos
de alegría que daba el pez al estar, por fin, libre del peligro de ahogarse.
¡Como salta de alegría!, pensaba el mono mientras aplaudía la eufórica escena.
Esta pequeña narración
africana viene a colación con un tema que se puede plantear así: no siempre
la primera reacción es la más apropiada y, más temprano que tarde, existe la
necesidad de añadir a los hechos la riqueza de unas buenas preguntas. Las
buenas preguntas exigen nuevas respuestas, nuevos problemas con los que
entender y atender la realidad, con las que reconocer necesidades y con las que
ofrecer soluciones. Una pregunta abre nuevos núcleos de percepción y debe ser
tan necesaria como la certeza, no existe otra forma de renovar una mirada que
cuestionando la vigente. De aquí que formular un problema sea la oportunidad de
pensar de nuevo y esto es lo que, aplicado al campo de la educación y el uso de
Internet, se traduce como imperativo pedagógico.
La pedagogía no es nueva para la educación, pero
los problemas que la pedagogía suscita en la relación entre la educación e
Internet son todavía una práctica poco frecuente. A menudo estamos más atentos
a las respuestas tecnológicas que ofrece Internet a la educación, dentro y
fuera del aula, que a plantearnos preguntas que vayan detrás del sentido
educativo del uso de Internet. ¿Dónde está la diferencia? La diferencia está en
que mientras las respuestas tecnológicas nos llegan desde fuera, normalmente en
forma de herramientas, los problemas pedagógicos, que van en formato de
pregunta, van desde dentro hacia afuera, son algo que se añade a las
herramientas y que es preciso construir desde nuestros principios y enfoques
educativos. De nosotros depende que Internet encuentre problemas
pedagógicos.
Por ello, frente a las “soluciones tecnológicas”,
grupo amplísimo, sofisticado, pero también efímero de herramientas con que se
responde desde Internet al reto de educar se puede añadir una serie de
preguntas pedagógicas, menor en número, un tanto “inútiles”–según se vea-, pero
constantes y trasversales a la acción educativa. Estas preguntas pedagógicas no
tendrán el mismo glamour que una sofisticada app, seguro, pero
permiten no confundir la finalidad educativa, la razón de ser de Internet en
nuestro ecosistema de aprendizaje, con el medio que la soporta.
Y cuando hablamos de pedagogía no hay que pensar
sólo en un conjunto de problemas didácticos, esta va implicada en aquella. La
preocupación pedagógica nos exige estar más atentos a que no todo lo
tecnológicamente viable es, per se, educativamente pertinente. Por
ello, a la amplia gama de respuestas tecnológicas que Internet ofrece a la
educación, lo propio de la pedagogía sería, a través de buenas preguntas,
enriquecer la representación de lo educativo en Internet. Como la pedagogía,
con el inestimable aporte de las distintas disciplinas que hoy se ocupan de
Internet, está en la capacidad de articular y estimular estas formas de
representación educativa. En este breve espacio se proponen algunas de esas
preguntas que pueden ayudarnos a encontrar ese otro clic, el “clic pedagógico”,
en la educación en tiempos de la Red:
¿Por qué aprender? De qué forma contribuye
Internet a dar respuesta a la pregunta sobre las finalidades educativas. Aquí
se busca reflexionar sobre la relación que existe entre modelos de sociedad y
ser humano, los objetivos de los sistemas educativos o los perfiles educativos
y el papel de Internet como alternativa educativa.
¿Qué aprender? De qué forma contribuye Internet a
dar respuesta a la pregunta sobre el contenido de aprendizaje. Aquí se busca
ver la relación entre las formas de producción de la información, su acceso y
el valor educativo que tiene el contenido en red en el currículo escolar
o en experiencias más allá del aula.
¿Cómo aprender? De qué forma contribuye Internet
a dar respuesta a la pregunta sobre los métodos de aprendizaje. Aquí se busca
redefinir el papel que tiene la didáctica general y las específicas en la
construcción de itinerarios de aprendizaje desde la enseñanza, así como en
experiencias menos estructuradas en red.
¿Con qué aprender? De qué forma contribuye
Internet a dar respuesta a la pregunta sobre los recursos de aprendizaje. Aquí
se busca analizar el potencial formativo de los nuevos soportes, sus lenguajes
y cómo las condiciones de distribución pueden reforzar o crear otras
experiencias de aprendizaje en red.
¿Con quién aprender? De qué forma contribuye
Internet a dar respuesta a las preguntas sobre la comunicación educativa y los
nuevos roles educativos. Aquí se busca identificar la forma en que Internet
reconfigura las condiciones sociales de aprendizaje a través de nuevos agentes
educativos en red dentro y fuera del aula.
¿Dónde aprender? De qué forma contribuye Internet
a la reconfiguración
del espacio educativo. Aquí se busca entender cómo la acción y la
representación en red permiten resituar nuevas prácticas educativas, ya sea
como acción complementaria o hibridada en Internet.
¿Cómo valorar lo que se aprende? De qué forma
Internet mejora los procesos de valoración del aprendizaje. Aquí se busca ver
las oportunidades y los dilemas tanto de la evaluación del aprendizaje, de la
acreditación del saber, como de la validación de aplicaciones específicas.
Pues bien, cuando nos demos cuenta de que no
bastan automatismos para dar respuestas significativas a las preguntas
anteriores, o cuando comprobemos que existen otras dimensiones a considerar más
allá de la aplicación directa de la tecnología -ya sea dentro de un gran
proyecto educativo con Internet o buscando integrarla a nuestra dinámica de
aula-, estaremos en el terreno de la reflexión pedagógica. Desde esta dimensión
lo educativo no se agota como hecho técnico, sino que implica reconocer otros
aspectos más complejos de los que dependen tanto la identificación de las
preguntas como la formulación de sus respuestas.
Redescubrir Internet con estas –y otras-
preguntas pedagógicas cambiaría la forma de representar lo educativo en y a
través de Internet. Será preciso, por tanto, asumir que en materia educativa
Internet no tiene todas las respuestas. Más bien, y parafraseando a Galeano,
habrá que acostumbrarse a considerar que cuando Internet tenga todas las
respuestas educativas será necesario cambiar la pedagogía.
Fuente
artículo│El País. Blogs Sociedad. Traspasandola línea, Albert Sangrà. 2 de junio de 2014. Autor invitado: Cristóbal
Suárez Guerrero.
1 comentario:
Información muy interesante con buenos puntos.
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Estudio en un bachilleratos en cdmx
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