La evolución de la indignación hacia el compromiso será tan importante como el mismo impulso que movió la muestra de ciudadanía el 15-m. Pero no se trata únicamente de impulso, sino de perspectiva ¿Qué hacer con la indignación latente y cómo canalizarla para que de verdad aporte algún cambio –que es lo que se quiere- a la sociedad? En esto consiste el paso de la indignación al compromiso, ya anotado por el mismo Hessel, padre de “Indignaos” que señala en una entrevista: "... La indignación es una virtud cívica necesaria pero insuficiente".
Entre otras muchas cosas creo que para dar el paso al compromiso hace falta construir también un tronco ideológico, una vertebración conceptual más o menos articulada, que añada una mirada holista y utópica para que esta fuerza social no se quede en la indignación.
No basta la indignación –reacción- y tomar la plaza con miles de personas; el tema no es cuantitativo como con ironía describe Eduardo Arroyo :"Ayer había 10.000 personas en Sol. Y 23.000 en las Ventas, en los toros de San Isidro". Entonces, ¿cómo pasar de “yo estaba allí”, con todo el valor que tiene esto, a “yo empiezo aquí”?
Pues no basta la indignación, ni millones de tweets, hace falta más asambleas, coordinación con otras fuerzas sociales, planes y el componente utópico ideológico que lo sostenga. No olvidar que una buena práctica es también la buena teoría.
No en vano creo, Manuel Castlles el 27 de mayo estuvo allí en las “trincheras urbanas” en la en la Plaza Cataluña para dar su punto de vista que bien puede ser la punta de la madeja en la articulación conceptual. En el video se puede ver bien las tensiones, diferencias y reflexión entre poder y comunicación en la Sociedad Red… “El poder no está fuera de nosotros, está en nosotros”, anota Castells.
No hay comentarios:
Publicar un comentario