El problema, dada la ley, no es si cada uno puede acceder o no a aplicaciones web, el tema es de orden social. Internet funciona si la sociedad funciona. La estructura social conformada por las redes de comunicación e información activadas digitalmente no está disociada de la sociedad, es parte de su explicación y desarrollo, y es por ello que implica un asunto de poder. Y esta ley gira en torno al poder de Internet.
Castells lo explica mejor: “la construcción independiente de significado, sólo puede llevarse a cabo si conservamos esos terrenos comunales que son las redes de comunicación que Internet ha hecho posible, una creación libre de amantes de la libertad. No será fácil porque quienes ostentan el poder en la sociedad red deben cercar la comunicación red mediante redes comercializadas y vigiladas con el fin de cerrar la mente pública programando la conexión entre comunicación y poder” (Comunicación y poder, 2010).Esta ley que busca cerrar las webs, la ley Sinde o Sindescaro, es un serio atentado contra la cultura y contra todo aquello que pueda llamarse educación. La cultura, materia del Ministerio que impulsa este cierre, sigue sin entender la dimensión cultural que entraña la actividad de millones de creadores “aficionados”, léase remezcaldores de cultura, que han encontrado en Internet nuevos espacios para seguir siendo sociedad.
Y es que Internet es un derecho, es más, una mayoría pensamos que Internet es un derecho fundamental, por ello es normal el rosario de justificadas y furibundas reacciones. Para Freire, por ejemplo, esta situación generada por la ley “solo es explicable si lo entendemos por la necedad de unos políticos que se amparan en su propia ignorancia para defender su supervivencia en el corto plazo”. Tampoco es de extrañar que Google considere a España uno de los gobiernos que aplican la censura a ciertas páginas webs.
En fin, los creadores de política, aquellos que inventan más túneles cuando vemos la luz, tienen en que responder a estos nuevos creadores de cultura y a una serie de iniciativas colectivas, como el “Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet".
Para ampliar la magnitud del problema, invito a ver la extraordinaria intervención de Lawrence Lessig el autor de Free Culture -versión en castellano de Elástico-, en TED que ayuda a entender mejor la tensión entre los inventores de la política y los reconstructores (remezcladores) de cultura a través de la tecnología.
Termino con otra pregunta, ¿cuándo la sociedad podrá admitir a un Lessig como ministro de cultura?
3 comentarios:
Cristóbal,
Gracias por compartir tus comentarios y este excelente discurso.
Sin duda, aún tenemos muchísimo que aprender sobre la libertad y los derechos en la sociedad digital.
Un abrazo
Hola Javier
La sociedad red requiere también de utopías, no?
Un abrazo y gracias por comentar
Cristóbal
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